28 abril, 2024

Ricardo Iorio, máxima figura del heavy metal argentino, murió hoy a causa de un infarto a los 61 años en la localidad bonaerense de Coronel Suárez, donde residía desde hacía varios años.

El artista fue el máximo referente del heavy metal argentino a partir de su liderazgo de bandas centrales como la seminal V8, Hermética y Almafuerte.

Su irrupción en escena se produjo en los primeros años de los `80 cuando luego de ser parte de varias bandas dio forma a V8, junto al cantante Alberto Zamarbide, el guitarrista Osvaldo Civile y el baterista Gustavo Rowek.

Con el respaldo de Pappo, quien por entonces estaba al frente de Riff, la banda logra ser parte del Festival B.A. Rock de 1983, donde llama la atención por su propuesta metalera ante un público mayormente conformado por caracterizados hippies y una grilla que contemplaba a figuras como Miguel Cantilo, Piero, Raúl Porchetto y León Gieco.

Como impulsor del heavy metal a nivel local, V8 tuvo un público fiel a lo largo de la década, en la que registró tres discos: «Luchando por el metal», «Un paso más en la batalla» y «El fin de los inicios».

Tras la ruptura de V8, Iorio encabezó Hermética, otra banda que haría historia en la escena del rock pesado argentino con discos como «Ácido argentino» y «Víctimas del vaciamiento», en donde se rebelaría como un letrista capaz de reflejar la cruda realidad de la clase trabajadora.

Hacia mediados de los `90, en medio del éxito de la banda, una pelea interna decretó el sorpresivo fin de esta formación, ante lo cual Iorio inició una nueva etapa al frente de Almafuerte.

La figura de Iorio fue cobrando notoriedad a lo largo de los años tanto por el contenido de sus líricas, en las cuales explícitamente reconocía influencias de folcloristas como José Larralde, como por su exacerbado nacionalismo.

Sin embargo, esta postura también fue cobrando tintes extremos, lo cual también terminó convirtiéndolo en un polémico personaje, primero dentro del ambiente rockero y, luego, a nivel mediático.

Más allá de expresiones xenófobas y antisemitas, nunca perdió el respeto y el cariño de sus colegas, quienes le reconocían su frontalidad y valoraban el compromiso de sus líricas para con los estratos populares.

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