27 julio, 2024

Matías Piñeiro: «El teatro me ayuda a pensar desde otro lugar el cine»

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Un año después de la muerte de su padre en México, Víctor regresa a Buenos Aires con El proyecto, que pergeñó en su viaje, que es producir una serie latinoamericana de radioteatros grabando un piloto de la última obra que realizaron juntos.

Aquella pieza es «Trabajos de amor en vano», de los primeros tiempos de William Shakespeare, donde supo interpretar el papel de La princesa de Francia.

Piñeiro hace practicar a su personaje, es decir a Víctor, un ejercicio para cinco dedos: su novia, Paula; su amante, Ana, que duda; su ex, Natalia, que piensa que sigue siendo la elegida; su amiga, Lorena, que sueña con quererlo un poco de más; y finalmente Carla, un vago recuerdo con expectativas fuertes.

El juego, a partir de esta presentación de personajes, tiene que ver con diálogos y silencios muy trabajados, que recurren al pasado, aunque a veces haya que imaginarlo, entre promesas de amor, verdades y mentiras, que el director comparte con el espectador, pero que no conocen todos los personajes: es como si se tratara de un laberinto cuya única pared transparente es la que el público puede atravesar en la pantalla.

-¿Por qué Shakespeare como tema referencial de tu cine o al menos de esta serie?
-Porque me gusta la provocación de un cine muy hablado, donde la palabra pese y sea densa, con múltiples sentidos. Porque me sorprendí al leer sus comedias, encuentre en ellas ciertos valores que me tocan personalmente, y que habían permanecido algo oscuros para mí bajo la sombra de las grandes tragedias y dramas históricos.

-¿Cuáles son esos valores para vos?
-Los roles femeninos potentes e inteligentes, las intermitencias del corazón, las ambigüedades sexuales, la visión de un mundo dinámico. También porque encontré un vínculo entre los actores con los que trabajo y los roles en particular. Por ejemplo, hay algo de Agustina Muñoz en el personaje de Viola de «Noche de Reyes», o algo de Julián Larquier Tellarini en la Princesa de Francia de «Trabajos de amor en vano».

-Hay un tema de lenguaje que parece guiar estas obras. ¿Si tuvieses que definirlo vos mismo, como lo harías?
-Sí, es una dificultad. ¿Cómo lograr hacer algo propio del cine con algo del teatro? La palabra aporta un sentido y también un sonido. Es decir, es algo concreto y algo un poco más abstracto. Ese nivel más abstracto me seduce.

-¿Una forma narrativa diferente?
-Pienso que el cine puede desarrollar una forma narrativa particular si se sitúa en ese cruce entre lo concreto y lo abstracto. No todo tiene ser evidente y la idea de cómo uno cree que una historia puede ser contada puede obtener nuevas formulaciones. Ahí, el teatro me ayuda a pensar desde otro lugar al cine. Al poner a este tipo de palabra en el centro de las películas, me pongo ante un desafío: cómo lograr que esto se mueva, que esto descubra su forma propia?

-No se trata de un cine dirigido a público masivo. ¿Es un problema o simplemente es parte de la creación?
-Es parte de la creación. Una vez escuché al director experimental americano James Benning, decir que las películas van creando a su propio público, y puede ser que al comienzo tome tiempo, y que la gente se levante del cine, su cine es muy radical, a veces con planos contemplativos de 50 minutos, pero que a medida que uno avanza y continua haciendo lo propio, las películas comienzan a atraer a las personas que quieren ver sus películas.

-Tenés un grupo actoral con el que trabajas siempre…
-Desde hace 10 años que venimos trabajando juntos tanto con la mayoría de los actores como con el equipo técnico. Hay confianza y ganas siempre de probar cosas diferentes dentro de un marco de gestos que nos interesa trabajar una y otra vez.

-¿Y en esta serie?
-Esta serie shakespeareana surge de una obra de teatro que hicimos en el 2011 en el Centro Cultural Ricardo Rojas, de la UBA. Creo que el teatro independiente argentino a ayudado al cine independiente argentino a encontrar una forma de producción y una metodología de trabajo, que es el de hacer a pesar de todo.

-¿Cómo es el trabajo una vez definido el guion?
-Trato de escuchar cada vez más lo que tienen los otros para decir de las propuestas que llevo. No hay nada muy particular. Se insiste en que se den los encuentros entre un grupo de personas, a los que de alguna manera la sangre nos corre a una frecuencia similar, con desvíos y alteración, pero con un punto en común que es el placer por lo que se hace:

-¿Consideras necesario la visión de todas las partes de este puzzle para entenderlo mejor o cada una tiene independencia?
-Pienso las dos cosas, que las partes del puzzle se mueven en relaciones de dependencia y autonomía y que para que el sentido fluya, para que el disfrute exista, es necesario un espectador que tenga ganas de meterse en el juego.

-¿Y cómo es el juego?
-La película trabaja a partir de lo que no se muestra, de lo que se sugiere, de una cierta velocidad y exceso de información, de cierto estado de ambigüedad, a modo de convocar a quién está mirado, estimularlo y llevar el sentido de las cosas en tantas direcciones como espectadores.

-¿Sigue la trilogía o tiene fin?
-¡Sigue! Los caminos nuevos ya vendrán y al mismo tiempo es un desafío lograr que cada película de esta serie se parezca y se diferencie de la anterior. No se trato de una trilogía, ni de una tetralogía, es una serie un poco más asistemática.

-¿Cómo se llama el cuarto capítulo?
-Lo estoy terminando, y se llama «Hermia & Helena», y toma elementos de «Sueño de una noche de verano», filmada en Buenos Aires y en Estados Unidos, con una estructura de producción parecida a las películas anteriores, el mismo equipo, nuevos cómplices y un presupuesto limitado que nos obliga a ponernos más imaginativos para llevar las cosas hacia adelante.

-¿Otros proyectos en puerta?
-El segundo es otra Shakespeareada: «Ariel», trabajando alrededor de «La Tempestad», última comedia y obra de W. Shakespeare. Este película voy a codirigirla con un amigo gallego, Lois Patiño, que es un director de cine que admiro mucho. También me gustaría hacer un cortometraje, quizás a partir de «El Mercader de Venecia» y el personaje de Porcia. Veremos… paso a paso.

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