25 abril, 2024

Ante la intimación de la Enacom, cierra

la emisora tilcareña con más 30 años en el aire

Ricardo Dubín (Tilcara)

colaboración especial 

En la década del 80, Armando Álvarez nos cuenta que “regresaba de la cárcel sugerida en Villa Dolores por el Proceso Militar, donde estuvimos a disposición del Poder Ejecutivo. Pero ya esa historia estaba terminando y el regreso era poder aplicar el tema de la agricultura andina que había trabajado en Villa Dolores. Estaba ahí y no me podía mover, pero pude dedicarme a aprender todo esto que me interesaba.”

Así fue que “volví a la zona donde se habían domesticado los cultivos andinos. Acá estaba la génesis, pero la quinua ya no se sembraba, el amaranto se había perdido, la chia era un recuerdo y quedaba la cultura de la papa con variedades muy interesantes en los valles, y algo del maíz. Tuve que buscar variedades en Bolivia, en Perú, en México.”

Paralelamente, nos cuenta que “va surgiendo el tema de las viviendas. Pensábamos en bajar los costos y en utilizar los materiales tradicionales, cosa que acá ya no se hacía. El adobe se usaba porque no había más remedio, y nosotros apuntábamos al rescate de la cultura andina, y de ahí nace el proyecto PIRCA.”

Recuerda que “en esa época el tema indígena empieza a sonar fuerte, pero lo nuestro tenía que ver más con una suerte de practicidad de ese mundo. No queríamos dar discursos en el campo sino encontrarnos con cosas que la gente sabía, como construir una casa con adobes. Había una tecnología que queríamos rescatar, y ese mundo se empezó a diversificar: las piedras y cómo se trabajan, la pintura roja de los techos que descubrimos en una mina de Yacoraite, y que es el mejor óxido de hierro, el mismo Rojo Tilcara de las vasijas arqueológicas.”

Nos dice que “queríamos hacer buenas casas, cómodas y con materiales locales, que por lo mismo son más económicos. Para esa época empieza también el tema de la energía solar, y así íbamos buscando nuestra propia información. Entonces pensamos que era bueno tener un modo de decirle a la gente que esto es bueno, y leemos en la revista Cerdos y Peces que publica un plano para hacer una radio FM.”

Álvarez nos cuenta que “la tecnología se estaba simplificando, y un ingeniero recién recibido en Tucumán empezó a fabricarlas. Encargamos una de 150 watts de potencia y la montamos. Tuvimos errores por ignorantes, la armamos en el piso y entre veinte la llevamos hasta el cerro y empezamos a hacerla funcionar.”

Recuerda que “cuando salimos al aire, estaba puesto un casete de Vangelis, y sin quererlo quedó como la cortina por todos estos años. Conversábamos como si estuviéramos en una fonda, lo que se convertía en un programa. Había gente hablando de cocina con su lenguaje, niños hablando del mundo como ellos lo ven, y muchos de esos chicos pasaron con sus sueños por la radio y no lo olvidan.”

Nos cuenta de “un programa de música clásica que salía los jueves. Una vez no sale y llega una señora que vivía en el Huasamayo para reclamarnos. Nos dice que es la única música que escucha, y así una campesina fue que la única persona que nos retó porque le cortamos el programa de música clásica. Otra señora vendía leche de burra y se la roban, la policía le dice que hable con nosotros que transmitimos esas cosas. Nosotros dijimos que si esas cosas pasaban, cerrábamos la radio porque habíamos fracasado, no podíamos transmitir para gente que le robara su única fuente de ingreso, y esa misma tarde alguien se acerca para decirnos donde estaba la burra.”

 

Siguen los relatos de personajes célebres y anónimos que pasaron por sus micrófonos  “desde el 83 en adelante. Después entramos un poco a la ficción con esa imaginación heredada de mi padre, que era minero. Los pequeños mineros son imaginativos, siempre piensan que al próximo picazo va a aparecer la veta madre, todos sueñan con ese enorme pedazo de plomo y plata.”

 

El padre Eloy Roy tiene diez horas de grabación sobre su ministerio en Tilcara, “y quizás alguna vez valga la pena editarlo porque los casetes se desgastan. Otro momento importante fue el del Lobo Lozano”, recuerda, “que tenía un programa de cuentos muy escuchado por los niños. Y durante dos años nos llegaba un sobre de Suiza con los programas de Músicas del Mundo en castellano, siempre por correo postal.”

Nos dice que “quisimos hacer los trámites varias veces, con muchos gastos que estaban más allá de las posibilidades de una radio que nunca fue comercial ni ha tenido jamás publicidad. Se presentaron solicitudes, cambiaban los gobiernos y cambiaban los requisitos. Hasta que un día se presentan tres hombres de negro diciendo que venían a hacer una inspección del ENACOM.”

Le preguntan “si el equipo está homologado, y no, es un equipo de más de veinte años y de industria casera. ¿La antena es de aluminio? No, le respondo, es un palo. La verdad es que no presentamos ninguna resistencia, firmamos las actas y se van. Y hace una semana se nos informa que no estamos en regla. Tienen razón, aunque habría que decir que los hombres no están hechos para las leyes sino que las leyes deben estar al servicio de los hombres”, nos dice Álvarez.

Termina diciendo que “a nosotros no nos va a defender nadie, salvo gentes comunes. Hemos fijado el día 21 como el del sepelio de la PIRCA, porque nuestra lucha es la no lucha. Hay gente que me pregunta por la calle qué es lo que va a pasar, pero nosotros no nos vamos porque queremos. Vamos a dejar de transmitir pero sabemos que lo que hicimos sirvió.”

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