19 abril, 2024

COTIDIANO Y DE OTRO MUNDO

(La poética imborrable de Domingo Zerpa»)

 

 

 

por Marcos Chavez

La obra de Domingo Zerpa fue contemporánea a la de otros grandes poetas de Jujuy y de la región. Podríamos citar a Andrés Fidalgo, Churqui Choque Vilca, Jorge Calvetti, Fortunato Ramos, Raúl Galán o el mismísimo Barba Castilla.

Todos estos maravillosos autores diferentes entre sí, tuvieron en sus estilos personales la impronta coloquial regionalista, la hermosa metáfora recurrente, o el léxico académico del pensamiento.  Domingo en cambio, talvez sin saber o sabiéndolo, supo edificar sus letras con un lenguaje cotidiano de rasgo puneño y simple. Pero al mismo tiempo sorprendía con personificaciones surrealistas que repentinamente aparecían conjugándose   con la simplicidad. Así relata el enamoramiento nostálgico de un amor ausente (mientras mira jugar a dos pequeñas) en líneas de Romance de Guilliselva:

«Oh! si mis niñas supieran que te llamo Guilliselva, me robarían tu nombre y lo vestirían de seda una diría –   ¡Qué  nombre para una estrella!  y la más chica – ¡qué nombre para mi muñeca nueva!

Oh si mis niñas supieran cómo rueda mi cabeza, cómo se va por tus ramas, cómo se envuelve en tus venas y cómo mi corazón se va llenando de niebla».

Sencillo e increíble a la vez, con versos como estos, Domingo nos habló también de La desnudez de La Puna; los carnavales de Humahuaca; las coplas de casa en casa y la hermandad de los amigos.

Poeta, docente y caminador de mil distancias, el autor nacido en Abra Pampa nos dejó en un mes de mayo y también por ello es que quisimos recordarlo. No pretendemos hacer de este espacio un obituario, por el contrario, uno de los objetivos de nuestras columnas mensuales es no dejar morir lo bello.

Estoy terminado estos párrafos en pleno otoño y desde el conurbano profundo de Buenos Aires. El cielo de aquí no es el mismo que supo describirnos Zerpa, pero también está nublado como en uno de los versos que él escribió, dejemos que Domingo lo diga mejor que yo:

«Con un pañuelo de nubes, la luna se ató la cara».

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